sábado, 14 de enero de 2017

Entre hogar y hogares.

Me pregunto si seré ese sueño que se atraganta en la garganta,
el primer rayo de sol que te cega,
las veces que quisiste llegar y perdiste, a merced de aguas fastas.

No te lo advertí: soy ese lugar al que llamar hogar, pero peco de ser rápida en la huída. 
¿Cuándo tu espiral y mis enredos caerán en la ilusión de la simetría de encaje? Ojalá ese momento suceda, y suceda,... en un instante que casi sea atemporal.



¿Escuchas mis gritos de socorro?
Siempre he sido una sinfonía inerme
incapaz de, culpable y torpe, protegerse.
Dime qué cruel condena el esbozo
de intentar que ese corazón latiese.

Que latiese, al compás del mío propio
por si en un instante de locura se oyera
todo mi pesar, y que con ello se absuelva
se disuelva, el pasado con todo su dolor.
Quizás cerrar alguna puerta, que nunca más vuelva.

Pero el presente se pinta de escabroso
y cada suspiro, es el aire quebrado
entre lo que pudo ser un grito ahogado
y la salvación entre sueños jocosos.
Me rindo: será lo más sensato.

He perdido la batalla, quizás la guerra.
¿A dónde van los soldados vencidos?
Si ya no saben lo que es estar vivo
rodeado de tanta muerte y negras velas,
de tener que, por no llorar, sonreír 'in vitro'.

Pero hoy amanece a ritmo de banderas blancas
de sábanas deshechas a enredos de otro hogar.

Me pregunto si este será el lugar para deshacer recuerdos 
y dejar crecer otros nuevos, sin ser tachada, sin ser barrote ni cárcel.

Me pregunto si una persona podría ser mi hogar.

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